5.10.07

Camarita para el momento


Había perdido la cabeza. Estallada de descontrol y humeante de venganza. Yo esperaba, vicioso, que me golpeara en la cara y tal vez luego me pediría disculpas con su silencio y aplacamiento. Yo no buscaba perdón, en realidad no me interesaban sus razones. Las escuchaba simulando cortesía madrugadora. Hubo un momento en su descarga que me dio risa y mi tensión escapó, ya nada era serio para mí, no era mi problema, era el suyo.

A la mierda todo se vino abajo, su mirada, aún mientras dormía, me acusaba de cometer resaca emocional. Simplemente no quería ser un espectador, quería descifrarlo todo mientras huía hacia el pasado, hacia el confort de los viejos tiempos, que siempre fueron y serán mejores. No estábamos cómodos, llegamos a dividir el tiempo por el relajo de la soledad hasta que salió el sol: ocurren llamadas, los ascensores bajan y este carro no quiere encender.

A las nuevas oportunidades las esperaba esa misma mañana y llegaron. El asunto no me sorprendía pero me molestaba; me di cuenta de que esta era mi oportunidad de convertirme en dictador. “El que corrió en la calle no fui yo” frasea el cantante, “trae tu camarita, empezá a fotografiar”, continuaba con sus vías sureñas, la imagen se conformaba con pequeños pedazos de una cara oscura que seguían reclamándome sin dejar de usar el silencio. Idiomas extraños aparecieron en mi paciencia y resolví no estar sin escuchar la música y la televisión a la vez, que las cosas comenzaran a invadirme mientras ella quizás siga gritándose en sus propios oídos mientras la ducha fría intenta sacarla del momento, yo pudiera “traer mi camarita” para ese momento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó la pantera rota, que es esconde en tu ciudad congelada

Anónimo dijo...

Te Pasastes!!!!!!!!!! Muy Pero Muy bueno!! el poeta Jaime Garvett!!