A veces parece que no hay que volver a pasar, revisitar el lugar, deshacerse de viejos recuerdos e instaurar nuevas memorias encima.
Me he dado cuenta de que el descubrimiento no termina, excepto en algunos casos y más que todo en esos casos relacionados a la gente donde lo que no termina es el sufrimiento y sí el descubrimiento. Y estamos rodeados de gente.
Y los sufrimientos opacan los descubrimientos.
He ido y venido de diversos lugares, he estado muchas veces en un lugar y no recordarlo es imposible, pero no hay nada cerca de la memoria, de la paranoia y de la inocencia de un lugar que no sea nada, pues es sólo lo que está allí… y su gente no existe, suceden más bien: sus visitantes, sus descubridores y yo, un redescubridor sin recuerdos ni secretos, apuntado, huyéndole a las venganzas de las memorias, de los sueños colectivos, de los rituales del sueño y el presentimiento, de mis rituales de pensamiento, sin meditarlo mucho.
2 comentarios:
…y a veces la memoria es inocua e inclusive, ajena…
Alexeia
Muy bueno...
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