
Había perdido la cabeza. Estallada de descontrol y humeante de venganza. Yo esperaba, vicioso, que me golpeara en la cara y tal vez luego me pediría disculpas con su silencio y aplacamiento. Yo no buscaba perdón, en realidad no me interesaban sus razones. Las escuchaba simulando cortesía madrugadora. Hubo un momento en su descarga que me dio risa y mi tensión escapó, ya nada era serio para mí, no era mi problema, era el suyo.
A la mierda todo se vino abajo, su mirada, aún mientras dormía, me acusaba de cometer resaca emocional. Simplemente no quería ser un espectador, quería descifrarlo todo mientras huía hacia el pasado, hacia el confort de los viejos tiempos, que siempre fueron y serán mejores. No estábamos cómodos, llegamos a dividir el tiempo por el relajo de la soledad hasta que salió el sol: ocurren llamadas, los ascensores bajan y este carro no quiere encender.
2 comentarios:
Me gustó la pantera rota, que es esconde en tu ciudad congelada
Te Pasastes!!!!!!!!!! Muy Pero Muy bueno!! el poeta Jaime Garvett!!
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