25.5.08

La importancia de Jacobo

El viejo comenzó a recordar el día que le tocó escuchar esos sonidos. No había apuro y todos tenían idea de lo que ocurría ahí.

Es fácil inducirte en esta historia.

El señor ha necesitado querer entender por qué las cosas ocurren, por qué siempre producimos nosotros mismos las desgracias, los pequeños Pequods de nuestra inocencia. Esas pasiones desesperadas, inanimadas, enormes sinvergüenzas del anonimato. Con sus mensajes histriónicos, todo el acto que siempre pudo ser mejor.

Jacobo es más importante.

Nadie, al final de la existencia puede conocer acerca de la necesidad de ser un gran Jacobo. ¿Quién termina siendo un Jacobo con todos esos sonidos, bailes falsos, insinuaciones junto a la ventana que terminan de levantarse mientras terminamos manteniendo esta viciosa fe?

Cuando terminamos queriendo involucrarnos en otras historias, entonces sucede lo peor. Yo te vi, asesinando mi célebre partida, mi deslumbrada escena.

Tú, ensuciándolo todo.

Podemos imaginar varias versiones del día de hoy. He terminado viviendo en una tierra extranjera con filarmónicas que me aseguran que sólo yo soy este que me piden ser. Algo que ni yo he pedido ni he disfrutado, algo tan flagrante como ese bugalú 3000. Una esencia intravenosa, ese baile que me diste.

Necesito ver.

Tendríamos estos escaparates llenos de gente, las botellas, de aceites amenazando el piso, malinterpretando el ambiente, indiscriminándo el popular género.

Una tarde de jabón estuve lleno de espumas, de la cascada que me atravesaba. Que yo todavía creo en esto y te veo mandándome el agua encima, bajo una desinformada influencia, pero elegida por mí al fin.

Yo les he pedido poco. Siempre fui un gabinete sin gaveta. Me da pena decírselos al Alto Mando.
Sin embargo he acordado con mandos medios a desistir de la idea de la República. No desistamos del poder que hemos hecho nacer y que seguiremos engendrando en el futuro.

Así lo tengamos que parir nosotros mismos.

¿Y a quién estás haciendo que te esperen?

Todo el mundo quiere olvidar.

La guitarra eléctrica desvía el atractivo de la noche al sonido del coito. Un acabose.

Ahora soy yo quien me quiero ir. Desastres que no me imagino y sigo siendo cualquier otro alrededor de ti. No soy otro alrededor de ti. Para ser lo poco. Menos que nada. Menos que lo que quisiera ser, lo que quisiera estar cantando. Pequeñas dosis del adiós temporal. Un vicio suave. Y tu todo lo dices, todo lo repites.

J.G. Entretelones de habitación

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