4.7.07

Imberbes y velludas






Mujeres imberbes cierran puertas
Cancelan salidas
La culpa del Satiricón,
Está justificada, la duda.

Camino sin preguntarle al árbol a quienes más ha dado sombra, sin preguntar quién lo sembró, quién dejó de darle agua. El árbol lo agradece y le pide fuerzas al viento, rindiendo honores a la discreción con su sombra que crece y me saluda. Yo no le pregunto quién lo sembró.

Hay martirios débiles y tan incómodos como los sufrimientos mortales.

Esta semana le ha crecido el vello a las mujeres, se hacen peludas como osos, como monos; entonces compiten por el mejor-más-bello-liso-brillante-y-sedoso-cuerpo-cuero-cabelludo.

Se reúnen los políticos, la sociedad autónoma, la autonomía social, los privados y los públicos, se reúnen las mentes y también algunos corazones, los exiliados y los patrioteros. La madama y el cura presiden y deciden que se debe eliminar el pasado. Tumbamos edificios, desenterramos muertos, destruimos caminerías y cortamos de raíz toda la grama y el monte que sembraron los anteriores.

El árbol una vez me dijo algo y yo lo olvidé, temí preguntar y sin embargo pregunté. No diferencié al tiempo de la distancia, ni a la grama del nuevo vello de las damas.

Destruí el árbol, logré hacerlo caer cuando mis manos taparon mis oídos. Delicioso el momento en que no supe si sonó o no su caída, cuando me di cuenta de la soledad del bosque, cuando supe que ni yo estaba allí (o aquí, donde tu querías que estuviera). Mientras todos decidían todo, todos celebraban todo y el agua, otra vez, hacía renacer todo.


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