27.3.09

Las raíces de Brigue

200198


1738


Cuando llegué a esa ciudad comenzaron a nacerme ramas en las manos. Muy delgadas las ramitas y con muchos codos donde quebraban fácilmente. Dolían al quebrarse, sin embargo. Parecían prolongaciones de las venas. Crecían rápidamente. Dolían también al chocar con algo o al doblarse cuando yo caminaba de prisa. Walter Myer me dijo que las ramas más grandes no dolían ni con el viento, ni con los movimientos y que protegían a las más pequeñas. "No es bueno quebrarlas". ¿En qué terminará todo esto? Me comenzaron a salir en las orejas y en la cara. Frágiles, al quebrarlas casi no duelen.

Ando sin camisa para no oprimir las que me salen en el pecho y la espalda. Además ya me dan sombra, de manera que no me hace falta cubrirme.

Uso shorts, pero me los quito para permitir el crecimiento del follaje púbico y sacro. De vez en cuando veo gente más arbolada que yo.

Siento un cosquilleo en los pies. Son raicillas que me nacen. Al caminar las aplasto. Me duele. Sufro. Vuelven a nacer. Menos mal que es vacación. Me gustaría quedarme quieto, no moverme más. Tantos años de agitación, tantos viajes.

Hay que echar raíces, decía mi mamá.




del libro "esa llanura temblorosa..." de Jonuel Brigue. 1998

Fotografía de Jessica Bruah

No hay comentarios: