31.1.08

La conspiración de los descontentos

Todos están descontentos en la sala. Alguno te ha recriminado que siempre las quieres a todas para ti, mientras voltea y ve a su chica que inmediatamente mira al piso. Tu altanería ya no tiene límites y todos te detestan por esos trajes tan elegantes que usas y esos zapatos tan pulidos que siempre llevas con ese orgullo que a nadie le interesa. Son caros tus zapatos y eso nos causa un poco de risa aunque yo siga estando contigo.

Tus dineros hieren en el rostro a quienes siempre han sido más ricos que tu. Mantienen su distancia y a veces usan máscaras para no ser cortados por tus filosos billetes, monedas hechas con balas y pequeños chuzos con forma de cheques de viajero, las tarjetas de crédito son tu arma letal, por eso todos ya tratan de tener la suya, piensan en el momento de conflagrarse contigo, de ver si pueden usar sus tarjetas más rápidamente. Síntomas que no son buenos. “No tomen confianza”, a veces les suelto en susurros porque aunque a veces los ayudo quiero que te quede muy claro que siempre estoy contigo y que no te he abandonado.

El viernes pasado llegué a la mesa y estaban todos hablando de ti, ya no les importa que yo esté en la sala y creo que muchas veces hasta esperan que esté. Tejían estrategias y algunos hablaban en lenguas, se situaban muy cerca de tus escenarios, algunos prenden y apagan las lámparas que te iluminan durante la noche, otros abren y cierran las sombrillas que durante el día no dejan que el sol sólo te de luz, la mayoría maneja tus sillas y escritorios, el resto sólo sabe que tu eres como eres. Ellos saben todo de ti y posiblemente sus artimañas tengan resultado, pero lo que dicen nunca es lo que harán, al menos me he dado cuenta, pero si dicen algo, si son planes posibles, factibles, sólo que no lo dicen porque yo estoy ahí y esperan que yo te cuente.

Casi nunca hablo contigo.

Pero no traicionaré.

Nunca te he dicho lo que ellos piensan hacerte.

A fin de mes, tus zapatos seguirán brillando, estilizados como casi nunca, implacables en el paso y fuertes en el pisar. Tus cuentas seguirán siendo igual de elegantes que tus frases, tu cabello seguirá brillando y ellos, también bellos y plenos como nunca, seguirán conspirando mientras te sonríen subiendo y bajando escaleras. Las puertas se seguirán abriendo para ti y ellos seguirán pensando en sus planes macabros. Mientras tanto las chicas seguimos estando contigo, tu sigues poseyéndonos a todas, pero ni te das cuenta de la conspiración, seguirán todos en la sala molestos contigo.

Quiero empezar por decirte que ya te he dicho todo, pero que sus planes no serán cumplidos, yo te protegeré para que sea yo quien lleve a cabo mis planes. Quiero empezar por decirte que es genuino lo que siento por ti y que no te llegarás a enterar de lo que haré contigo. Quiero empezar por decirte que dentro de mi llevo cuchillos, navajas y filamentos, exóticos gusanos de oro traídos directamente del Yapan. También traigo anestesias, porque no quiero hacerte daño. Quiero empezar por decirte que te daré la libertad antes de que ellos hagan algo, la libertad de los presos, la libertad de los encadenados, esa será la que ellos querrán darte, yo sólo quiero liberarte, así, sin más. Quiero empezar por hacerte escuchar a la fuerza. Quiero que sepas que yo seré quien te haga algo, ellos no, nunca te diría lo que ellos quieren hacer contigo.


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